Yume Nikki es una de las obras más queridas y misteriosas que nos ha dado Internet. Son muchos los que han intentado hacer un análisis que explique el videojuego y el propósito con el que Kikiyama lo creó, pero muy pocos han estado a la altura.

Unos le dan una interpretación demasiado literal, cogiendo cuatro personajes y montando un fanfic con ellos, que ignora los muchos otros detalles presentes en la obra. Otros dan un repaso general del mismo y las emociones que evoca, y si bien uno puede concordar, la mayoría fallan en aportar nada que no se haya comentado antes. En los peores casos, algunos incluso mencionan datos directamente erróneos y propagan malinformación.

En general, la mayoría, pecan, o bien de superficialidad y poca originalidad, no trayendo nada nuevo a la mesa, o bien, de una originalidad excesiva que está demasiado despegada de lo que la obra es realmente. Antes de leer este libro, decía que la única excepción eran los análisis que hizo BlueBalloonFighter en su saga ¿Qué me he perdido?, los cuales siempre he recomendado. Ahora puedo decir, felizmente, que hay dos excepciones, y que serán dos las recomendaciones que haré a las personas que terminan el juego.

La tarea en la que se embarca Eloy es ambiciosa, pues a diferencia de los demás, él recorre el juego punto por punto, no hay una sola parte del mundo onírico de Madotsuki que no sea analizada minuciosamente. Incluso el más pequeño y aparentemente insignificante detalle, que cualquier jugador podría pasar por alto, este libro lo analiza y le provee una explicación. Son muchos los casos en los que el lector se hallará preguntándose a dónde quiere llegar lo que se está mencionando, hasta que finalmente se hace la conexión y de repente todo cobra sentido.

Todos estos simbolismos se entrelazan con los temas principales que desde el principio del libro se afirman como la base de la obra. Llegados a cierto punto, a uno le queda mucho más claro por qué Yume Nikki, a pesar de lo ambiguo que es, genera sentimientos tan similares en quienes lo juegan, y por qué su final, con lo abrupto que pueda parecer de entrada, no se siente anti-natural, pues es presagiado durante toda la experiencia.

Pero sobre todo, deja claro, como muy pocos, lo que hace a la obra tan especial y el bello mensaje que ésta trae consigo. Mensaje que, lejos del nihilismo con el que suele ser malinterpretado, Eloy muestra como uno de concienciación, sobre la triste situación que retrata el juego y los daños que los pensamientos autodestructivos causan, y esperanza, pues lo último que pretende la obra es promover el camino que sigue Madotsuki, sino muy por el contrario, advertir de éste y prevenirlo.

Quizá sea en su profundidad donde radique también, como arma de doble filo, la mayor crítica que se le podría hacer al libro. Hacer un análisis tan extenso sobre una obra tan críptica y ambigua como Yume Nikki es, como dije, sumamente ambicioso, y dar en el clavo al 100% es simplemente imposible, como lo es entender completamente la mente de una persona. Aventurarse en ello es, por tanto, muy difícil, pues supone abrirte a un amplio margen de error e inevitablemente será por donde más críticas recibirás. Yo discrepo en algunas aseveraciones y es probable que la mayoría de lectores también discreparán en alguna que otra cosa.

Es, sin embargo, el hecho de que aun con su dificultad Eloy haya ido por esta senda y logrado un análisis tan redondo donde recae la mayor parte de su mérito, y lo que me hace considerarlo el análisis definitivo de Yume Nikki. Dudo mucho, por todo lo anteriormente mencionado, que nadie logre siquiera equipararse.

Si, como yo, y como Eloy, amas Yume Nikki y buscas un análisis que plasme en profundidad lo que lo hace tan especial, no encontrarás ninguno mejor que éste. Genuinamente pienso que es lo más cerca que jamás estaremos de darle un sentido a la obra de Kikiyama y a sus intenciones.